sábado, 2 de agosto de 2014

MEMORIAS RUSTICAS - 

Villanueva de Córdoba en los años cincuenta




“Decíamos ayer” que la asignatura más odiosa (para mí) era la Formación del Espíritu Nacional, una de las “marías” que hubo que tragarse hasta el último año de carrera, en plena Universidad (1973). ¡Y luego hablan de la actual Educación para la Ciudadanía! ¡Con lo que nos han hecho pasar a los viejos! O tempora, o mores! En 2º de Bachillerato (1960), junto a la teoría falangista, hubo que comprar un extraño relato de un niño pescador, Luiso, de la editorial Doncel, obra de un tal Sánchez Silva (muy conocido en su casa). Un verdadero tostón de libro. Y en 3º nos vinieron con otro relato, cuyo título no recuerdo; sólo, que en el centro venía el autorretrato de Durero. Luego, en los exámenes, nos preguntaban: Principios Fundamentales del Movimiento, las Leyes Fundamentales del Reino, el Fuero de los Españoles, de 1945 (una copia para España de la “Carte di Lavoro” de Mussolini, de 1927)… Imposible meterse en la cabeza aquellas “historias”. Fui pasando todos los exámenes de puro milagro. Hay cosas increíbles entre el presente y el pasado: En el franquismo de los sesenta, los derechos de los trabajadores estaban mucho más protegidos que ahora mismo… ¡con la “Reforma laboral”! Recuerdo que se entraba a trabajar en un sitio, con un solo mes de prueba y, al cabo del cual, se pasaba a “fijo”. Hogaño, con este Gobierno de la Troika, nadie tiene derecho a nada, el período de prueba puede ser eterno, no existe trabajo “fijo” para casi nadie, y todo es temporal, por horas o por minutos. Y ahora, que me demuestren lo contrario. Hemos vuelto a la esclavitud de Espartaco o a Kunta Kinte. Es el neoliberalismo salvaje, made in Germany.
         En la Academia de Don Ricardo (director D. Manuel García), creo que era los jueves por la tarde, íbamos “de paseo” al Legío (Egido, por donde ahora “El Tío Eusebio”), y allí, a correr detrás del balón, que a mí me aburría bastante. ¡Siempre la obsesión con el fútbol! Desde entonces se me quedó esto: “¡Chuta Zarra y para Ramayer!” Entonces no había Tele, y los forofos iban los domingos por la calle con el transistor (que se inventó por entonces) pegado a la oreja. Toda la tarde con “La Rosaleda”, “La Condomina”, “El Sánchez Pijuán”… Entonces, sólo había fútbol los domingos; ahora, todos los días. Cuando estaba en la Academia San Miguel (1961-1962), para el recreo de la mañana íbamos al Campo Fútbol. En el juego destacaba la gran habilidad y movilidad de Don Manuel Rubio.
         Inolviables eran las excursiones. Recuerdo que la primera, tal vez, fue a la Refinería de Puertollano (h. 1960). Viajamos en el automotor. Se me quedó en la retina el paisaje paradisíaco de La Garganta, con sus valles de mimosas, todas en flor (Era el 7 de marzo, Santo Tomás), los bosques de eucaliptos… Como era habitual, a las excursiones íbamos con nuestra merienda en la fiambrera. Mi madre, para esas contadas ocasiones, sacaba de la orza, un par de tajaditas de lomo en pringue, algunas de hígado y alguna otra menudencia. Llegamos a Puertollano, del cual sólo recuerdo dos cosas: la fuente de agua agria, muy diferente a como está hoy (y por allí comimos, en unos bancos, en torno a la fuente). La otra atracción era la Refinería “Calvo Sotelo”, a donde nos llevaron los maestros. Sólo recuerdo el hidrógeno líquido, a bajísima temperatura, que sacaba alguien de un bidón y lo esparcía por el suelo, hasta que se evaporaba. Había también enormes planchas de parafina. Una exótica excursión.
         Al año siguiente, creo (1961), la excursión fue a la Virgen de Veredas, de Torrecampo. Me quedan otros dos recuerdos: uno, de la ermita, donde se nos explicó que “los rojos” le dispararon a la Virgen en el entrecejo, la cual tiene un redondelito perfecto, entre ceja y ceja, del diámetro de un céntimo de euro… Yo me he quedado siempre con la duda de si eso es un disparo de verdad o un dibujo de rara perfección. Y el otro recuerdo habla de lo brutos e irresponsables que son los muchachos, porque, siendo 7 de marzo, unos pocos nos metimos a bañar en las aguas heladas del río Guadalmez, donde debió de ocurrir el almuerzo.
         Conservo recuerdo de otra excursión, cerca del pueblo, cuya fecha no ubico, que fue al cortijo de Las Almagreras, de nuestro compañero entonces Juan Francisco Blanco Rojas, que tiene parentesco con nuestra familia. Desde luego, era la Academia de Don Ricardo. Y por aquellos encinares del cortijo jugamos, corrimos y celebramos el perol rústico, con las típicas fiambreras. Recuerdo muy bien el cortijo, y el huerto que está enfrente, donde yo tenía ya alguna idea de la desgracia que había ocurrido allí en 1948, cuando los de la sierra.
         Por último, en cuanto a excursiones se refiere, con la Academia San Migue, fuimos en 1962 (7 de marzo) al Vivero de los Pinos, por la carretera de Adamuz. ¿Qué río hay ahí? No sé si el Cuzna, el Gato o el Varas. Un lugar paradisíaco, recorrimos todo aquello y dimos cuenta del contenido de las fiambreras. De todas las excursiones, es de ésta de la que conservo foto, que puse en algún número anterior.
         El repertorio de canciones y coplillas de entonces resulta inevitable complemento de la maraña de los recuerdos. De lo más antiguo que yo escuché en mi entorno, en la noche de los tiempos, era, por ejemplo, el villancico “Madre, en la puerta hay un niño / más hermoso que el sol bello… Pues dile que entre / y se calentará, / porque en esta tierra / ya no hay caridad…”. Esto lo cantaba mi madre con mucho sentimiento, igual que el milagro de San Antonio: “… mira que los pajaritos / todo lo echan a perder: / entran en el huerto, / comen el sembrado, / por eso te digo / que tengas cuidado…”.
         Se escuchaba tararear aquello de Imperio Argentina: “El día que nací yo / qué planeta reinaría: / por donde quiera que voy / qué mala estrella me guía /… Tú vas a caballo / por el firmamento / y yo cieguecita / sobre las tinieblas / a pasito lento… “. Era de la película Morena Clara, de 1936 (“Échale guindas al pavo”, “La falsa monea”…). Se cantaba durante la guerra. Y de 1938 fue otro “temazo” de Imperio Argentina: “Los piconeros”, de la película Carmen la de Triana, que se grabó en la Alemania nazi, con tecnología y coros hitlerianos. En nuestra infancia se escuchaba muchísimo: “Ya se ocultó la luna / luna lunera / y ha abierto su ventana / la piconera… Ya viene el día / ya viene, mare / alumbrando sus claras / los olivares…”.
         Pero la gran bomba melódica era “El Bayón” o “El negro zumbón”, que cantaba Silvana Mangano en la gran película Arroz Amargo (1951). Se cantaba, con disgusto del Régimen (por lo sensual) en todas las bodas y fiestorros: “Tengo ganas de bailar / el nuevo compás / me dicen todos cuando me ven pasar. / Chica dónde vas, / me voy a bailar / ¡El Bayón!...”.  Era un ritmo genial. Y cómo no recordar Viajera/La novia del pescador, de Lolita Garrido (1947): “Porque ha perdido una perla, / llora una concha en el mar, / porque el sol no se ha asomado, / está triste el pavo real…”. En los 50’s se cantaba muchísimo “Esperanza”, de Antonio Machín, del compositor cubano Ramón Cabrera, que luego versionó Enrique Montoya (1961).  Además de “La ovejita Lucera” (Pepe Mairena), termino con una cantinela que yo escuchaba de niño, de estilo machadiano, que no identifico: “Esta noche ha llovido, / mañana hay barro, / pobrecitos gañanes / que están arando”.
FOTO: D. Manuel García Gil, el día en que se inauguró la Escuela Hogar de las Obreras, en enero de 1965.
                                                     Francisco MORENO GÓMEZ

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