lunes, 2 de marzo de 2015



EL REFUGIO
DESNUDAR A UN SANTO PARA VESTIR A OTRO
Hola amigos y amigas, como cada mes aquí me tienen para contarles lo que desde mi pétrea morada oigo. En esta ocasión me he situado en la parte alta, pues además de llegarme la noticias con más rapidez, también evito morir ahogada, debido a que en esta época del año suele inundarse de agua este refugio y se hace muy difícil habitar en él; incluso en pleno verano se “masca la humedad”, y por ello, después de estos días de lluvia, frio y viento, la climatología nos está dejando algunos días soleados que aprovecho para salir a la plaza y oír lo que se comenta en los corrillos de vetustos sabios, formados al sol de la mañana placera.
Me paro en el primero de ellos en el que se comentaba que según el Sr. Alcalde, se va a construir un complejo turístico (qué bonito suena, ¿verdad?) que unirán la antigua estación de ferrocarril en la parcela anexa al Museo de Historia Local, que así es como lo llaman; aunque yo que lo he visitado, decía uno, Silverio me hablaba, que el museo no cuenta la historia del pueblo, sino que el Museo por sí solo “habla” del Patrimonio Arqueológico de Los Pedroches, y según el Profesor Valle Buenestado en su Pregón de Feria del 2011, dice que deberíamos llamarle Museo Local de Historia Universal… el que había iniciado la conversación, la continuó diciendo que en el patio de la estación van a construir unos alojamientos turísticos, en forma de vagones de tren, y que estarán acabados para el mes de julio.
Ya en otro corrillo oí decir que será un hotel de 36 plazas, que con una sencilla adaptación se puede transformar en albergue de hasta 70 camas.
Y otro, al que casi no le dejaban hablar, decía, que ese hotel se hacía, porque el municipio de Villanueva de Córdoba tiene una fuerte concentración de dólmenes, por lo que una vez abierto el museo, puede convertirse en referente para el estudio de la Prehistoria en Los Pedroches, y así aumentaría el número de plazas disponibles para los estudiosos, y que será dotado de un “arqueódromo” (¡que palabreja!, ni siquiera en el Diccionario de la Lengua Española creo que viene), donde se puedan realizar excavaciones educativas y reconstrucciones del pasado. Dice una, reconstrucciones ¿iguales a las que han derribado?
Uno de los componentes más viejos del corrillo decía: Ya era hora de que el Ayuntamiento moviera ficha respecto al traslado del Museo al lugar al que fue destinado, y adecuado para su instalación por la Corporación Municipal anterior a esta; y otro le contestaba: síii, sí… pero no sin antes hacer concesión de su mejor espacio para la consumación de un viejo proyecto que se fraguó durante la alcaldía de Antonio Muñoz Pozo, (q.e.p.d.) el que consistía en construir en aquel lugar un alojamiento rural juvenil; y entrando en baza otro que conocía las exigencias del Museo, les dijo a los demás: Claro eso es desnudar a un santo para vestir a otro, ya que en ese espacio estaban hechas varias recreaciones a tamaño natural, y donde la gente del Museo llevaba a cabo actividades lúdicas al aire libre para niños, adultos, minusválidos, etc, consistentes en talleres, conciertos, teatro, recreaciones…
Otro de los tertulianos se manifestaba diciendo: Todo eso es debido a que ya mismo tenemos elecciones, y para coger votos es necesario algo más que barrer las calles un “batallón” de mujeres. A lo que otro le contestaba: Pues será o no por eso, pero yo di ayer un paseo hasta la vieja estación, y ya han empezado a trabajar en ella, y lo primero que han llevado a cabo, característico de ellos, es hundir todo lo que había hecho; cuando, por donde tenían que haber empezado, es en reparar el voladizo del tejado, que ahora está sustentado por dos puntales metálicos, corriendo un gran riesgo de que se venga abajo, pero no, en lo primero que se han entretenido ha sido en cortar los eucaliptos que plantaron ahí con motivo de la construcción de la estación ferroviaria, en el año 1907, por lo que esos árboles tenían ya 108 años, y han sido testigos de muchos hechos relativos a la historia de nuestro pueblo, y que deberían haberse conservado, e incorporados a las nuevas estructuras, en vez de ser eliminadas como un estorbo ¡¡No tenéis derecho a ello!!
Una se pregunta, oído todo lo que les relato: ¿Es que no se puede construir si no es destruyendo la Historia?
A una que le gusta confirmar lo que oye junto a su morada, visitando in situ los lugares objeto de conversación, me he dado un garbeo por la antigua estación y he podido comprobar que no solo han cortado los árboles, sino que también han hundido una pequeña casita, que tenía las paredes construidas con carbonilla producida por las máquinas ferroviarias, movidas a vapor, y que, según he oído, el Museo la tenía como una reliquia presencial de aquellas instalaciones del ferrocarril. Según una ha podido saber esta casita se encontraba en proceso de restauración para ser usada como espacio expositivo, representando una estancia agraria romana, que iba a ser solada con un mosaico que fabricaron la gente del Museo, representando las cuatro estaciones del año, en homenaje la diosa de la agricultura, Ceres, y que estaba dedicado a la triada mediterránea (el trigo, la vid y olivo), y la que iba a ser tejada con recreación de tejas romanas, fabricadas ex profeso para ello, y hoy permanecerán arrumbadas en cualquier lugar.
Uno de los contertulios de la plaza no daba crédito y preguntaba: ¿Y todo esto lo han tirado?, supongo que lo habrán guardado para mejor ocasión, le contestó uno del corrillo que parecía más conservador.
Otro le dijo: ¿Y qué han hecho con el cambio de agujas que la Asociación que gestiona el Museo adquirió para su instalación en el recinto? Parece ser que no se sabe dónde ha ido a parar. Y siguió diciendo: Pero ahí no queda todo, también han sido hundidas las dos chozas que construyeron algunos miembros de la Asociación Dejando Fuellega, y dirigidos por el Presidente de la Asociación de Amigos del Museo, que eran una recreación de las primeras viviendas que los humanos construyeron para vivir en ellas, hace más de 5,000 años.
He de confesarles, amigos lectores, que en mi visita al recinto del Museo, he podido ver con estos ojos que se va a comer la tierra, que allí desde el final de los aparcamientos para vehículos hasta la pared del fondo, han vuelto a allanarlo, como si el caballo de Atila hubiese pasado por allí, solo ha quedado la           gran piedra (Menhir), que los del Museo hincaron en el suelo y también la morera situado junto a la casita que han derruido.
Después de esta visita, con dolor y cabizbaja me volví a mi morada del refugio, esperando, cuando llegue, no esté hundida, como el campo de fútbol viejo, los árboles y las recreaciones de la estación, y también lo que se ha dado en llamar el aparcamiento del Centro de Salud, R.P.I.
Perdonen, amigos y amigas, que en esta ocasión mi habitual comentario haya sido más largo de lo normal, la ocasión y el tema lo merecían.
Hasta la próxima
                                                                                  LA BOCA DEL METRO

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