miércoles, 23 de diciembre de 2015

LA BERREA

Para mis amigos Leoncio Rojas 'jarote' y Bautista Polanco 'peñalsordense', veteranos y expertos cazadores de la Comarca

Aunque ya hace un tiempo que publiqué esta crónica con los ecos lastimeros en la evolución biológica de la inexorable "Ley de Vida", creo nos puede servir como fuente de inspiración en el arrogante astado y singular herbivoro, que hace de La posesiva Cópula un verdadero ritual lleno de glamour y de aventuras.
INICIANDO EL OTOÑO, CAEN LAS HOJAS
PARA SACRAMENTAL CON LA BERREA
EL CONJURO Y LA CÓPULA DEL CIERVO
Y EL MILAGRO SE HACE Y NOS RECREA
EL GLAMOUR DEL COITO Y EL ACERVO
DE LEYENDAS, CONJUROS Y PELEAS...
El indeleble recuerdo de mi infancia, cuándo yo apenas tendría 8 años, me transporta en los veloces corceles de la imaginación a la Sierra de Cardeña y Montoro y también a la de Andújar cuando, acompañando a mi padre, iba yo como 'pequeño invitado de honor' a alguna Montería, quedándome absorto y embelesado ante la vehemencia con que mi padre me contaba leyendas y cuentos inverosímiles que se me graban indeleblemente para recordar toda la vida.
Recuerdo como en la emblemática Sierra Morena por las estribaciones de Cardeña, mi padre me hizo ver un gran 'Ciervo Herido', cómo consecuencia  de  la contienda hegemónica para  ostentar el liderazgo y crear su propio harén. Observé como el astado que, según mi padre, podía copular hasta 15 veces diarias, exhalaba lastimeros bramidos, preconizando como su final estaba próximo; mientras que al acecho, un par de buitres se adueñaban del espacio aéreo; en tanto que, sigilosamente, esperaban el momento para abalanzarse en el ciervo herido...
Aquella escena me emocionó sobremanera, creando  en  mi inquieta mentalidad de niño una metáfora que aun la aplico en mi vida actual:
El potente, promiscuo y poderoso ciervo también puede ser abatido y derribado por los que acechan su caída, estando a la expectativa para identificarlo como presa...
La berrea nos anuncia
que ya se caen las hojas 
y el incipiente otoño, 
cómplice de bramidos 
jadeantes y lúdicos, 
es precursor de cópulas... 
El ciervo mal herido 
en la cruenta batalla
ahuyenta con berridos 
a su rival temido, 
manteniéndolo a raya...
Cómo bramido final 
preconiza el ciervo herido 
mientras que buitre y chacal 
lo acechan para cazar 
en la maleza escondidos...

La llegada del otoño no precisa un termómetro que lo certifique, porque basta agudizar el oído para asistir al espectáculo natural de la berrea, como se conoce a los bramidos con los que los machos de los ciervos intentan atraer a las hembras justo cuando llega la época álgida del apareamiento.
Una costumbre tan antigua para los ciervos, como la propia naturaleza, y que es el primer paso para garantizar la reproducción de la especie, se puede detectar en varias zonas 
y está considerada una bienvenida al otoño oficiosa, una vez que bajan algo las altas temperaturas del verano.
La berrea no es solo una costumbre natural de los propios animales, sino que se ha convertido en un recurso turístico más, con visitas guiadas que muestran todos los secretos de esta costumbre animal, que hace que algunos machos, gracias a sus bramidos, atraigan a las hembras a los espacios abiertos para iniciar la cópula.
Se trata de facilitar a los visitantes todos los aspectos de esta costumbre, "por lo que se organizan las visitas en horarios y zonas distintos a los habituales", dividiendo los grupos en viajes al amanecer y al atardecer. Si bien a mí me gustaba como era antes, más rudimentaria y sí me apuras furtiva, pero mucho más natural y espontánea...
En los eventos nos colocamos en sitios concretos que ya conocemos y tenemos localizados, donde esperamos que los ciervos salgan de los bosques a las zonas de la vera que es "un espectáculo para todos los sentidos".
Y es que, aunque el objetivo es observar a los ciervos en todo su esplendor, "en ocasiones están ocultos tras los lentiscos, y los escuchas pero no los ves", aunque las excursiones van dotadas con equipos de prismáticos e incluso coches con plataformas en su zona alta, desde donde se puede ver todo el espectáculo". Además, que es muy variopinto el público que acude a la llamada de esta costumbre animal, como naturalistas, amantes de la fotografía, "e incluso familias con hijos que aprovechan la tarde para ver un espectáculo natural irrepetible". Como digo es y era tan variopinto el público que solía asistir a la "película de este evento", que se daban cita espectadores de toda índole; algunos, con ánimo de morbo, e incluso "ventaneo" que, como en mi pueblo se solía decir, son aquellos 'especie de voyeur' que, sigilosamente, se asoman, amparados en la oscuridad, bien caída la noche  y de madrugada por las ventanas de los recién desposados, recreándose de manera lujuriosa...
Así, cada día al salir y ponerse el sol, los machos de ciervo lanzan sus bramidos, y "en algunos casos llegan a copular con hasta quince hembras"; aunque mi padre me aseguraba qué podían copular, no hasta con 15 hembra, sino hasta 15 veces al día. No sé si exageraba los términos... los entresijos de la berrea es una costumbre tan curiosa "que va viajando de norte a sur, ya que cuando acaba en el Sur viajan hacia el Norte de España en busca de otros y sus efectos en el sistema de apareamiento y en su varianza es un relevante éxito reproductivo de los machos.
En los últimos años, los expertos han realizado un radioseguimiento de machos y hembras, además de analizar la fidelidad de machos a sitios y estrategias concretas, así como los movimientos de hembras antes, durante y después de la época del celo.
Esta tradición de la naturaleza no descansa, y terminada la berrea de los ciervos comienza la 'Ronca del Gamo', (que mi amigo Bautista me ha de explicar  con detalle) con el mismo objetivo para los machos de atraer la atención de las hembras y perpetuar su especie en el mayor humedal de Europa.
RECORDANDO AL CIERVO HERIDO QUE VI DE NIÑO:
Desvalido ha quedado "El Ciervo viejo"
que, aparte de perder una batalla, 
ha perdido la guerra de la vida.
Su dominio y glamour quedaron lejos;
ya no brama..., se derrumba y calla,
sintiendo más su muerte que su herida.
Barcelona diciembre 2015.
Gregorio Cano García.

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